IAP: Cómo tener mi propia peluquería

El sueño del negocio propio, el deseo de seguir una pasión y poder vivir de ella. El caso de Alicia es singular. Ella tenía una peluquería pero quería enseñar, descubrió las franquicias y cumplió el sueño de capacitar a otros y vivir de lo que ama y en familia.

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Alicia, opera la franquicia del Instituto Argentina de Peluquería en San Miguel, una historia que merece ser contada.

GO: ¿Antes de contarme tu historia, contame que es el Instituto Argentino de Peluquería?  

Alicia Encino: Es una escuela de peluquería; nosotros trabajamos muy duro para que los chicos aprendan a buscar un destino, un futuro nuevo, a volver a buscar el oficio, tanto de la peluquería como de los otros cursos que se han incorporado y que se incorporan constantemente. Además de tener peluquería tenemos maquillaje, manicura, barbería y 60 cursos más que van a salir este año. Estamos sorprendidísimos con la cantidad de cosas que podemos introducir en nuestros institutos para que todos puedan encontrar una salida laboral rápida, que hoy en día está buscando.

GO: ¿Cómo es tu historia de emprendedora? 

AE: Surge desde muy chiquita. En realidad mi mamá es peluquera, hoy tiene 72 años y yo aprendo peluquería con ella; cuando tuve la oportunidad también estudié y me dediqué a eso. Yo nací emprendedora porque mi vieja se separa de mi papá y hacíamos revistas, pegamos cositas que se podían vender: las cosas que se vendían en una farmacia la poníamos en la revista, recortábamos y así la hacíamos. Hemos hecho de todo, siempre buscando ideas nuevas, innovar, emprender, desde chica. A los 14 años entré a trabajar de asistente en una farmacia para limpiar y el segundo día estaba atendiendo el mostrador porque me cansé de limpiar y sabía dónde estaban todas las cosas: se llenó la farmacia, mis compañeros me vieron en el mostrador y dijeron “¿qué hace esta chica acá adelante?”. Siempre me gustó trabajar, tengo la cultura del trabajo. La verdad que me siento una persona apasionada de lo que hago.

GO: ¿Cómo llegaste al rubro peluquería? 

AE: Cuando tuve la oportunidad de estudiar peluquería, porque me había quedado eso de que mi mamá era peluquera, tuvo su local. Así que puse el mío con una sillita y un espejito en un barrio, donde nosotros teníamos almacén.

GO: O sea ¿tenías el almacén y al lado la peluquería? 

AE: Sí, el local, un espacio y ahí mi peluquería. Me servían muchos los clientes del almacén porque eran de muchos años. Costó, pero salté de ahí, me puse otro local en mi casa, ya pensando en mi peluquería abrí una más. Después las cosas de la vida me divorcié y me mudé a otro barrio, que conseguí un local en la esquina donde está todo, ya hace 11 años. La conservo porque le tengo muchísimo cariño. En el transcurso de los años como peluquera siempre me dejó esa sensación de querer enseñar, transmitir y contagiar. Trabajé muchas horas en la peluquería, dándolo todo, con un equipo genial de amigas, que hoy están en IAP también, porque hay una amiga mía que trabajó muchísimos años y se recibió conmigo; hoy tiene un IAP en San Luis, porque esto del contagio funciona, esto de transmitir funciona, no solamente con los alumnos, también con los colegas.

GO: ¿Cómo llegaste a tener la franquicia? 

AE: Hace unos cinco años atrás decido conectarme en una búsqueda que la había tenido hacía muchos años atrás, buscando a alguien que diera instructurado, para yo convertirme en profesora de peluquería. Necesitaba hacer una actividad que siguiera conectada con la peluquería y que también a mí me permitiera relajar un poco toda esa actividad tan intensa que es la que ser peluquera. Hice el instructurado con Rodrigo, el fundador de IAP. Llamo por teléfono a la empresa, me atiende él, hablamos, me cita en Casa Central y ahí nos entrevista. Cuando lo vi, a él, a la empresa, quedé enamorada de toda esa buena energía, sentí que quería probar. Lo estaba necesitando.

GO: ¿Cómo te convertiste en franquiciada? 

AE: En ese momento Gustavo, mi marido, quedó sin trabajo. Rodrigo nos animó y me dijo “¿quién es tu esposo? Decile que venga, si él quiere participar no hay problema”. Hablamos tres horas pero lo que menos charlábamos era de peluquería, yo decía “hacía dónde voy no tengo la menor idea, pero es dónde quiero estar”: hablábamos de crecimiento personal, de motivación, de liderazgo y yo decía “¿cómo hago para enseñarle a alguien peluquería?” yo los conocimiento los tenía. Me faltaba aprender eso.

GO: ¿Vos Gustavo empezaste a operar la franquicia de IAP? 

G: Yo me puse a acoplar: primero en cómo se armaban los muebles, cómo se pintaba la pared azul, la parte de logística. De repente empezamos a traer productos de peluquería, y yo nada que ver. No sabía nada, me puse a leer, aprendí y me puse atrás del mostrador, asesorando también.

GO: ¿La capacitación fue lo que te llamó la atención para poder avanzar? 

AE: Lo que más me llamó la atención fue el modelo de negocio en sí, que cubría todas las áreas que yo podía manejar. No tenía certeza, la conseguí capacitándome pero es un producto en donde un profesional de la peluquería se puede encontrar muy cómodo. También tenemos en cuenta la situación del país en la que estamos viviendo, y nosotros ya hace tres años y medio que tenemos la franquicia, y cada año crecemos.

GO: Todo lo que te enseño la franquicia, ¿te permite mejorar tu negocio también? 

AE: Tal cual. Es difícil para mí porque aplicarlo en mi peluquería es romper un montón de paradigmas que ya se cómo se rompen, pero es romper estructuras con gente que hace muchos años que me acompaña. Lo conservo como el bar de tu viejo, la panadería de tu papá. Pero sí es real que tengo un montón de datos; nosotros estamos muy abocados y muy contentos con IAP.

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