¿Cómo fueron los comienzos de la marca?
Mi marido y yo fuimos quienes hicimos esta asociación con el deporte. Desde jóvenes fuimos deportistas de alta competencia y la vida nos enseñó mucho desde el deporte. Un día como un desafío personal yo empecé a hacerme la ropa para mí. Fue en un momento que se complicó la Argentina y no había lycra entonces yo pensé, como buena competidora, que lo que me podía hacer era lo mejor del mundo y arranqué a fabricarme la ropa. Mi marido, novio en aquel momento, me ayudaba a cortar las telas.
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En un momento donde la lycra desapareció del mercado, las grandes marcas se retiraron y yo que una chica con mucho tiempo que buscaba por todos lados donde poder conseguir materia prima, compraba y fabricaba diseños para mí, para mi amiga y otros amigos. Tenía muy clara la necesidad de un deportista y como en mi entorno eran todos deportistas, se fue haciendo una comunidad y ante la necesidad y la falta de productos en el mercado, yo gané mi lugar. Ahí decidí tomarlo enserio y así arrancó la historia de SONDER en 1992.
Yo no me encuadro en una comerciante. Yo me encuadro en una industrial porque la idea es tratar de poder hacer las cosas. Por supuesto que todo es un círculo y la rentabilidad ayuda a sostenerse pero nuestro desafío es mejorar y ahí es donde nos atraviesa mucho el deporte a nosotros.
¿Cómo se logra ser sustentable en el tiempo?
La clave fue no bajar la calidad en primer lugar. Uno no puede sacrificar el producto porque a la larga la gente lo nota. En segundo lugar, sacrificar ganancias y tener la cintura para ir cambiando ante cada situación. No siempre se puede estar igual o hacer lo mismo En este país hay que estar muy preparado para ir organizando y descartando cosas en el mercado.
Nosotros tenemos muchos locales propios y franquicias que originalmente empezaron siendo locales exclusivos. Hubo épocas como en el 2001 donde eso nos ayudó a salvarnos porque teníamos un mercado propio que colaboró para que no dependiésemos de terceros. Gracias a eso, podíamos seguir fabricando diariamente, que es la característica que tiene SONDER. Eso hace que uno no pueda elegir no hacerlo más porque los sueldos que se pagan para producir no producen y eso sale muy caro.
Es decir que las licencias y las franquicias te permiten tener un lugar donde colocar las mercaderías
Sí. No dependemos de decisiones de una empresa. Porque una empresa que la está pasando mal y se queda sin dinero puede elegir no comprar o comprar otra marca. En cambio cuando tenés franquicias, sos el único proveedor. Igual una franquicia conlleva una responsabilidad muy grande.
¿Cuántos locales propios tienen y cuántas franquicias?
Tenemos 7 locales propios y 6 franquicias. La de Paraná tiene más de 20 años y no empezó con el formato de franquicia. Desde el principio fuimos trabajando y cambiando para poder asumir el compromiso de que la empresa o una persona ponga la marca exclusiva.
Durante muchos años trabajamos sólo indumentaria y después empezamos a incorporar distintas productos como medias y pelotas para que sea más atractivo para el cliente encontrarse con una marca completa.
¿Tienen locales en la Ciudad de Buenos Aires?
Sí. Hay uno que es nuestro pero no era nuestro ideal de local exclusivo. Es uno chiquito que está muy cerca del centro de alto rendimiento (CENARD) donde están todas las selecciones argentinas ya que nosotros tenemos muchas colecciones para los deportistas de elite. Esa tienda no está planteada como un showroom. Es un punto de entrega que vende muchísimo y crece pero está en un lugar que no es el deseado para una franquicia.
¿Tu modelo de franquicia incluye modelos de otras marcas?
No. Para nada. Nosotros somos SONDER de cabo a rabo y tenemos productos no sólo para deportistas de elite sino indumentaria para tiempo libre. Hoy en día la vida de la gente tiene mucho que ver con la actividad física. Hace 27 años no era tan así y yo creo que nosotros hemos aportado a esta cuestión. Antes la gente no vestía todo el tiempo indumentaria deportiva y hoy sí. Entonces creo que el mercado que hay para el rubro nuestro es grande.
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Yo digo que el deportista de elite es el que menos sustento nos da. A ellos les tenemos que dar la ropa y los que compran son los que quieren ser como ellos.
¿Qué fue lo más complicado que tuvieron que hacer para convertirse en franquicia?
Nosotros somos muy cuidadosos con las franquicias. Hoy nos gusta que la gente sienta la marca. No nos gusta que sea un negocio. Nos gusta que haya un poco más que economía pura. Por lo general nuestros franquiciados sienten mucho la marca y eso hace que la potencien y la cuiden. Nosotros hacemos las cosas a largo plazo y queremos que duren y el involucramiento con la marca produce eso.
¿Es cierto que tenés una cancha de vóley arriba de la fábrica?
Absolutamente. Una grande y dos de minivoley. Realmente somos muy fanáticos del deporte y fue el deporte el que nos puso en este lugar de empresarios. De hecho hace 17 años que fundamos un club de vóley que funciona muy bien. Lo separamos de la empresa pero le damos el sustento económico.
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