Casa Emma Blanco: De bombero y docente a empresarios

Carolina y Fernando no llegaban a fin de mes y se preguntaban cómo mejorar los ingresos. Una experiencia personal fue la chispa que encendió todo. Ese fue el comienzo de una odisea que incluye robos, el cierre intempestivo de su cuenta de mercado libre y consecuente desesperación, errores financieros, y también la templanza para volver a empezar.

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Hoy Casa Emma Blanco es furor en las redes sociales y uno de los líderes en el rubro de fabricación y comercialización de accesorios y muebles para bebés, cuya filosofía es brindar un producto de calidad a un precio que cualquier familia pueda acceder.  Cómo lo lograron

DE EMPLEADOS A EMPRENDEDORES

CASA EMMA BLANCO comenzó a gestarse cuando Carolina y Fernando se enamoraron. Él era bombero de profesión y ella maestra. A los 23 años se fueron a vivir juntos y empezaron a notar lo difícil que se les hacía criar a su bebé cuando pasaban mucho tiempo fuera de su casa y con sueldos que no alcanzaban. Él trabajaba jornadas enteras fuera de su hogar y ella viajaba 60 kilómetros diarios para cumplir con sus obligaciones.

A pesar de lo complicado que era el día a día, siguieron haciendo malabares para combinar sus deberes con la paternidad pero pronto se enteraron que un nuevo eslabón se sumaba a la familia. Así llegó Sofía y la necesidad de estar más tiempo en casa para criar a los pequeños.

“En ese momento recordamos que nos había encantado hacer la cuna para nuestro primer hijo. Nos había tocado ser padres y sin plata diseñamos en una pared el espacio para él. La familia nos regaló unos muebles sin pintar y nosotros los mejoramos con mucho amor. Ahí decidimos dedicar nuestra vida a hacer dormitorios infantiles para cubrir las necesidades de los padres que tal vez estaban pasando por la misma situación”.

Eran los primeros pasos de CASA EMMA BLANCO. Carolina y Fernando compraban muebles en San Fernando que luego pintaba, decoraban y vendían en un portal de internet. La respuesta de los clientes los sorprendió desde el comienzo y en la semana inicial ya habían vendido 15 dormitorios.

“No lo podíamos creer. Era mucho más del sueldo que teníamos nosotros. Había superado las expectativas y nos había llenado de trabajo. A las pocas semanas teníamos 60 habitaciones vendidas y ya la casa nos quedaba chica para trabajar”.

ERRORES Y APRENDIZAJES

En ese entonces decidieron poner plazos de entrega de la mercadería que llegaron a los 45 días y ahí tropezaron con su primera piedra. Las plataformas de e-commerce no estaban preparadas para la venta de artículos de esa manera y detectaba el trabajo como un error.

“Un día nos levantamos y nos llegó un mail que decía que la cuenta había sido suspendida permanentemente. Eso fue terrible. Nos queríamos morir porque era nuestro único lugar de comercialización y no estaba más”.

Ese momento fue un antes y un después para su negocio. La pareja seguía trabajando por el boca en boca pero comprendió que ya no era seguro atender a los clientes en su casa y gracias a un préstamo familiar pudo acceder a su primer local.

Sin embargo, cuando se estaban acostumbrando a la nueva realidad de su empresa sufrieron un robo que los dejó en cero. Fernando recuerda haber visto a su mamá, que en ese momento atendía el local, salir desesperada. “Se habían robado todo. Nos quedaron tres muebles y toda la inversión que habíamos hecho ya no estaba”.

La recuperación vino otra vez de la mano de los compradores. La gente seguía pidiendo los productos y la empresa seguía funcionando. El problema era que la capacidad de producción tenía un techo.

“Nos sentíamos recontra saturados porque teníamos como 120 dormitorios para entregar. No teníamos más espalda financiera para bancarnos. Entonces miramos la carpeta de pedidos y con lo poco que nos quedaba compramos la mercadería. Fabricamos y entregamos hasta la última planilla y ahí cerramos las puertas del negocio para hacer un parate y volver a empezar”.

La etapa siguiente fue producto de un largo aprendizaje. Carolina y Fernando se negaban a continuar pero la gente les seguía pidiendo mercadería. Entonces decidieron delegar en talleres externos la producción para encargarse ellos de la comercialización.

PIONEROS EN REDES SOCIALES

Cuando tomaron la decisión de volver a vender, Carolina pensó en las redes sociales para divulgar sus productos. “El Facebook me parecía  una excelente manera de llegar a la gente porque a través de las imágenes teníamos mucho más acceso a las personas. Había mucha fluidez entre el cliente y nosotros”.

“No queríamos volver a los plazos de entregas largos y, obviamente, tratamos de no cometer todos los mismo errores, sobre todo en lo financiero. Ya no estábamos tan ahogados. Nos organizábamos y administrábamos de una manera diferente”.

A través de Facebook, CASA EMMA BLANCO volvió a sobresalir en el rubro. La empresa creció tanto en las redes que otra vez se planteó en la familia el tema de contar con un local a la calle para que la gente vea los muebles. Ahí decidieron abrir un local en General Rodríguez que se abarrotaba de gente para comprar los artículos y nuevamente el negocio salió adelante.

Con este alentador panorama también nació TELEKEPI que es una marca propia surgida de la demanda de los clientes. “Nos solicitaban productos o artículos que consideráramos ideales. Entonces nos asesoramos y desarrollamos diferentes modelos que tuvieron una excelente aceptación. Son modelos que no se ven en otro lado. La gente no viene a pedir un cochecito de bebé, viene a pedir un TELEKEPI y a nosotros nos llena de orgullo”.

Carolina y Fernando  son, además de una pareja, un equipo que entendió que la gente no va a al local a comprar sólo un mueble o una cuna sino que va a vivir un momento muy especial en su vida como es prepararse para la llegada de un hijo y en eso radica el éxito de su empresa.

MIRA LA HISTORIA DE CASA EMMA BLANCO ↓ HQI


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